lunes, 22 de febrero de 2010

No hace mucho leí a Fanatiko insistir en lo poco que le gustaban los juegos de Ubi Soft Montreal. Y aunque me resulta entendible porque no suelen ser redondos, no puedo hacer otra cosa que llevarle la contraria. Es mas, dentro del conservadurismo que vemos aumentar día tras día y por mucho que sus juegos no sean redondos, me parece uno de los estudios que mas arriesga en sus grandes lanzamientos.



Y es que si tienes una saga establecida como Prince of Persia, que da la campanada con un juego tan completo como "Las arenas del tiempo", lo normal es que se siga exprimiendo la formula con mínimos cambios hasta que caiga en desgracia. Basta ver lo que ha pasado con Lara Croft. No imagino a la antigua Eidos o a Activisión encargando una reinvención completa de de una de sus franquicias mas conocidas tal y como hizo Ubi Soft. Y es una reinvención bastante buena, cambiando totalmente la estructura del juego pero conservando las señas de identidad de la trilogía precedente.

El juego en si no está mal. Dejando de lado que esteticamente es uno de los juegos mas bonitos que he visto, no hay mucha variación en las acciones a realizar, y aunque juega a su favor que es bastante corto se puede hacer repetitivo. Las mecánicas no muy profundas, pero los niveles son bastante variados y están bien diseñados para que mover a los personajes con fluidez sea un placer. La historia es típica pero está bien desarrollada. Explica cosas, apunta otras y en contra de la mayoría de opiniones que he leido por ahí (y tal vez el buen trabajo de doblaje juegue a su favor) la relación y personalidad de los personajes me funciona muy bien.

Pero lo que mas me llama la atención es el final del juego. Despues de terminar la aventura el control vuelve al jugador. En un epílogo jugable el personaje se encuentra en una situación en la que tendría dos opciones, y toma su decisión. No es una decisión facil, tiene consecuencias, y puede que no sea la que nosotros tomaríamos en su lugar. El principe debe realizarla a su pesar. Y nosotros, sin otra alternativa que apagar la consola, se la hacemos llevar a cabo mando en mano.

En una cadena curiosa, los desarrolladores nos obligan a que obliguemos al principe a actuar. Al no darnos opción se potencia la idea de que la alternativa no pasa por la mente del príncipe y de que el destino es inevitable. Podría haberse mostrado ese final por medio de un video, pero que hubiera perdido toda su fuerza. En un video somos espectadores. En un juego realizamos acciones.

Es una jugada mas cercana a un juego flash de un pequeño estudio indie que a una de las superproducciones del año. Es arriesgada. Que tanta gente tuviera una sensación desagradable al sentirse obligada a llevarla a cabo demuestra que funciona. Y tengo la desagradable sensación de que si lo hubiera hecho Fumito Ueda la blogosfera hubiera dado palmas con las orejas.

1 comentario:

raquel@partigi.com dijo...

¡Hola!

¿Me podrías pasar un email con el que poder contactarte?

¡Gracias! :)